martes, 8 de julio de 2014

El museo de la prostitución; el lugar más visitado de Ámsterdam

El lugar más visitado de Ámsterdam


Desde luego no se puede nunca decir que la ciudad de Ámsterdam se ve en dos días, ni mucho menos.
La bella capital holandesa esconde una fantástica historia a los pies de grandes monumentos y museos como son el Rijksmuseum (Museo Nacional), el Van Gogh Museum y el Stedelijk Museum (Museo Municipal). Además, siempre ha sido parada obligada, la  gran basílica gótica, Oude Kerj ,la Fábrica de la Cerveza Heineken o la misma casa donde nació Anna Frank. Además de dar un paseo por el clásico barrio rojo….

Pero… es ahora el “Red Light Secrets”, primer museo dedicado exclusivamente al mundo de la prostitución, el que ocupa el primer lugar en número de visitas.

Desde que abriera sus puertas el pasado 6 de febrero de este año, el museo ha recibido a miles de turistas de los cinco continentes, y se ha convertido en un reclamo más para visitar Ámsterdam.

Además en muchas visitas guiadas por la ciudad, aparece el nombre del museo como una de las “atracciones” más demandadas, por lo que se organizan ya visitas en grupo que salen desde los Hoteles con el único fin de conocer el Museo, ahora centro indiscutible del Barrio Rojo.

Tal y como recoge su nombre, el museo intenta desvelar sin ningún tipo de secretos ni misterios, lo que los visitantes no conocen del oficio más antiguo del mundo y que en la ciudad holandesa siempre se ha caracterizado por sus chicas expuestas en escaparates. Pero desde luego, esa no es más que parte de su historia, ya que el museo depara muchas más curiosidades.

Hay que tener en cuenta que la prostitución en Holanda está permitida desde su legalización en el año 2000, no sin ninguna controversia que ha nacido a lo largo de estos años.

El centro-museo, de iniciativa privada, pretende ser un atractivo para el visitante del popular barrio rojo, que además podrá pasear por las calles donde se exponen cientos de escorts  con el fin de satisfacer a los clientes sexualmente. Así, historia y presente se dan la mano, ya que pisar las calles de este peculiar barrio es ahora mucho más atractivo, y si cabe, hasta didáctico. Y lo ha conseguido, el número de visitantes va en aumento de manera considerable.


Los creadores de dicho museo han diseñado espacios especiales con el fin de que el visitante interactúe con el lugar. De esta manera se invita a los asistentes a que puedan adentrarse en el mundo más íntimo y secreto de las meretrices. Pero… ¿de qué manera?, pues desde poder situarse en los característicos escaparates del barrio rojo, pasear por la habitaciones de mayor lujo, también por otras más modestas, contemplar los sugerentes vestidos y lencería de las distintas épocas, o incluso deparar en los juguetes eróticos utilizados por las chicas a lo largo de la historia.

Hagamos una visita por dentro de cada uno de los espacios de este museo. Nada más abonar la cantidad de 7,50 euros, en una taquilla original de las casas de citas de los años cincuenta, nos introducimos en el interior de las estrechas y pequeñas casas que han configurado el famoso barrio desde finales del Siglo XIX. Ya en la parte interior de las clásicas ventanas vemos como la decoración es sobria y austera. Tan solo una cortina de color rojo, una nevera y una silla. Lo suficiente para exponerse ante los posibles clientes. De esta estancia podemos observar unas cortinas hacen la labor de puerta para separar la zona del escaparate de la de “trabajo”. En esta también la decoración no es muy rica en detalles, ya que simplemente se compone de una cama, que imita a una especie de bañera por su construcción con azulejos, una tenue luz de color violeta y un antiguo lavabo.


Destacar que en este barrio se han llegado a contabilizar un total de 276 escaparates de este estilo, y se calculan que unas casi mil prostitutas trabajan en las calles de este barrio; lo que ayuda a configurar toda un paisaje urbano inigualable en cualquier otro lugar del mundo.

Resaltar que al terminar el recorrido por el museo, vemos un guiño simpático. La presencia de un confesionario, donde el visitante podrá “confesar” sus pecados más lujuriosos.



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