Carla Mila.
Muchas personas confunden, el concepto escort con el
de prostituta, pero las diferencias son
múltiples según hemos ido viendo en otros artículos de este blog.
En la antigua Grecia, lo que hoy conocemos como
escorts tenían una palabra para definir a las acompañantes de lujo: Hetarias
Tal y
como ocurre en nuestros días, es incomparable a una prostituta callejera con
una escort. Y no sólo hablamos de tarifas, como algunos puedan pensar. Estamos hablando de la cantidad de servicios
que una escort puede ofrecer, y que por ello la caracteriza. Belleza, buen
cuerpo, saber estar, educación, idiomas, elegancia, acompañamiento en viajes,
cenas, eventos, etc...
Lo
mismo ocurría en la Grecia Clásica, ya que se marcaba una gran diferencia entre
las prostitutas callejeras o de lo que hoy se denomina burdeles, con las hetarias.
Una
época donde la prostitución, al igual que en Roma, era algo todavía mucho más
común que en nuestros días.
La
diferenciación radicaba en las distintas mujeres que la ejercían, callejeras o
hetarias, pero lo más demando por los cortesanos era la presencia en su casas de jóvenes bien educadas,
con educación; las hetarias, a las que también podían visitar en sus propios
domicilios.
Por lo
general, se trataban de mujeres muy “liberadas”, bellas, cultas, con una manera
muy especial de tratar a los hombre, pero que también conocían los grandes
secretos amatorios.
Los más pudientes cortesanos las invitaban a sus
fiestas, o incluso acudían con ellas a otras celebraciones, ya que estaban al tanto
de la política del momento, se podía entablar cualquier tema de conversación, y
eran perfectas acompañantes.
En
muchas ocasiones, sin el deseo de tener relaciones sexuales, se solicitaba su
presencia, ante amigos, y poder presumir de “hetarias” a cual más bella y mejor
formada, educada y socialmente complaciente.
Ellas
en raras ocasiones consumían alcohol, ya que su estado sobrio en cenas, les
facilitaba luego la labor de cobrar por su presencia, o por los servicios
sexuales prestados, como las acompañantes de lujo de nuestros días.
Tampoco comían en exceso, y siempre prestaban absoluta devoción por el
cortesano que había requerido sus servicios, sin dejarse nunca llevar por al
jaleo de las fiestas y que otros hombres se acercaran, eso sí, sin perder nunca
la sonrisa.
Destacar
que su particular manera de estar, consistía en no hablar más de lo solicitado,
no entablar grandes y extensas conversaciones con aquellos que no les había
solicitado su presencia, ni compartir burlas de los demás a terceros.
Las acompañantes
de alto standing de la antigua Grecia eran como un símbolo de
estatus. Aquellos
que más dinero podían pagar, demandaban los servicios de las más bellas, por lo
que su compañía también era importante ante las rivalidades de algunos
cortesanos, que incluso pagaban más dinero a las más afamadas con la intención
de mostrar su poderío económico.
Algunas famosas hetarias, incluso llegaron a
pertenecer a la más alta clase de la Grecia antigua.
Ya en
el capítulo de curiosidades, el caso más destacado fue el de Aspasia de
Mileto, una hetaria amante de Pericles que contó con los favores de dos diosas:
Afrodita, la de la belleza y Atenea, la divinidad que encarnaba la inteligencia
y la sabiduría.
No fue
la "tonta bonita" ni la "sabia fea", o fue ambas cosas a la
vez ya que llegó a convertirse en "primera dama" y participó en los
círculos intelectuales de la ciudad.
Como
vemos, no mucho ha cambiado la historia al respecto desde la Grecia clásica a
la actualidad.
Las escorts,
siempre han estado y estarán junto a los círculos donde se les reclame aquello
que les caracteriza, belleza, saber estar, y…..expertas en artes amatorias.
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